A este respecto escribía Jaime Barrera que Sor Isabel de Villena iguala en riqueza teológica y en erudición a todos los autores de las Vita Christi, aunque se llamen Ludolfo de Sajonia, e incluso los supera en riqueza literaria, en gracia discretamente retórica y en fantasía, cualidad nada despreciable en un artista.
domingo, 11 de septiembre de 2011
ISABEL DE VILLENA
Nació hacia 1430, en Valencia. Se llamaba Leonor Manuel de Villena, hija natural de Enrique de Villena y Vega, nieto del rey Enrique II de Castilla. No se sabe nada sobre la madre de Sor Isabel, aunque la mayoría de autores dice que fue valenciana.
Huérfana a los cuatro años, fue educada por la reina María de Castilla, esposa del rey Alfonso V el Magnánimo, en su palacio de Valencia.
El 28 de febrero de 1445 ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad, de religiosas franciscanas clarisas, que había sido fundado por la misma Reina un año antes.Desde el primer momento se esforzó por poner en práctica las virtudes cristianas y se dedicó de modo especial al estudio de la Sagrada Escritura.
El 26 de marzo de 1463 fue elegida abadesa del monasterio, cargo que desempeñó hasta su muerte.
Isabel de Villena fue protagonista del ambiente cultural del Siglo de Oro valenciano.
El panorama cultural de Valencia en aquellos tiempos aparece particularmente animado y complejo. La introducción de la imprenta (1473) y las relaciones con Italia, entre otras causas, determinaron el surgimiento del Renacimiento local, que incluye paradigmáticamente las corrientes ideológicas y científicas más representativas de la época. La abadesa del monasterio de la Santísima Trinidad, desde su clausura, no estuvo ausente del movimiento literario que hubo en su época, y reunió en su convento una buena biblioteca.
Escribió la Vita Christi, obra que desarrolla los misterios de Cristo, desde la Concepción Inmaculada de su Madre hasta la Ascensión del Señor. Escrita en valenciano, con estilo elegante, con cláusulas doctas y con gran expresividad de lenguaje. Adquiere especial significación la simpatía con que trata a las mujeres del Evangelio, sobre todo a María Magdalena, y el protagonismo que les concede. Dedicó la obra a la reina Isabel la Católica, que deseaba con interés leerla. Se imprimió por vez primera el 22 de agosto de 1497, por orden de sor Aldonza Monsoriu, sucesora de Isabel de Villena como abadesa de su monasterio.
A este respecto escribía Jaime Barrera que Sor Isabel de Villena iguala en riqueza teológica y en erudición a todos los autores de las Vita Christi, aunque se llamen Ludolfo de Sajonia, e incluso los supera en riqueza literaria, en gracia discretamente retórica y en fantasía, cualidad nada despreciable en un artista.
También escribió unos sermones y la obra mística Speculum animae, que no han llegado a la actualidad.
A instancias suyas Jaime Pérez, obispo auxiliar de Valencia, escribió un comentario al Magníficat en 1485, que se lo dedicó.
Falleció piadosamente el 2 de julio de 1490.
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