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GrupoCreaMás, plantea una alternativa a la tradicional consultoría, distante en el trato, a la que se acude como último recurso, ante problemas que requieren la intervención de profesionales.

Por el contrario, nuestra Consultora, compuesta por profesionales del sector psicológico, psicopedagógico, sociológico, económico, de la enseñanza y especialistas en materia de igualdad de oportunidades y en género, puso en marcha y organizó un sistema de colaboración multidisciplinar que aunara dichas disciplinas.

En este sentido, debemos decir, que no somos las primeras profesionales que integran dichas disciplinas; no obstante, aportamos la idea innovadora de complementarlas, de integrarlas, toda vez que la dilatada experiencia profesional con la que contamos, nos ha demostrado que el mejor resultado se obtiene siempre con la colaboración y el trabajo en equipo, si se quiere obtener como resultado la aportación eficaz, rápida y útil de soluciones.

Con estos objetivos, se consolida GrupoCreaMás, tras una larga experiencia de sus miembros en sus respectivas competencias con la intención de continuar trabajando para la consecución de sus fines.

martes, 27 de marzo de 2012

MARUJA MALLO


Una de las grandes pintoras de la vanguardia europea.

Maruja Mallo fue una de las grandes pintoras de la vanguardia europea y su vida se enlaza con muchas de las grandes figuras de un momento de extraordinaria creación artística que se vio improvisamente truncado por la guerra civil. Lorca, Dalí, Buñuel, Alberti, Neruda, Miguel Hernández, Ramón Gómez de la Serna y tantos otros fueron sus compañeros de andanzas. Enamoró y se enamoró de alguno de ellos y dejó para la posteridad sabrosas historias plagadas de recuerdos, de cuadros y de poesías dedicadas a una mujer que fue sembrando, paralelamente a su obra, anécdotas escandalosas para su época. Cuentan que, además de participar en las tertulias vetadas a las mujeres y de salir a la calle sin sombrero, se le ocurrió circular en bicicleta por el pasillo central de la iglesia de Arévalo en plena misa mayor o disfrazarse de hombre con el objeto de entrar en el monasterio de Silos. Todas estas provocaciones, los conflictos políticos y el exilio acabaron ensombreciendo su labor artística y su vida personal.

Maruja Mallo nació cerca de Lugo, en Viveiro, la noche de Reyes del año 1902. Debido al trabajo de inspector de aduanas del padre, Don Justo Gómez Mallo, la infancia de Maruja transcurrió en diferentes lugares y el proceso de embalaje de los enseres se repite tanto que se hace mecánico: de Viveiro a Tui y después a Verín, Corcubión, Gijón, Avilés…hasta que en el año 1922 la familia entera se traslada a Madrid donde el sueño de Maruja de ser pintora empieza a perfilarse con mayor fuerza. Tanto es así que consigue matricularse en la Real Academia de San Fernando y pese a que no son muchas las mujeres que se presentan al examen de ingreso, solo ella consigue entrar superando las pruebas con sobrado talento. Empieza su carrera rodeada de hombres en su mayoría misóginos que, sin embargo, no pudieron hacer otra cosa que admirar sus increíbles dotes. José Ortega y Gasset en la “Revista de Occidente” no tenía reparos en afirmar la inferioridad intelectual de la mujer salvando a su discípula María Zambrano, a Rosa Chacel y a Maruja Mallo.


Ortega y Gasset dijo de ella:

“La obra de Maruja Mallo ha merecido, pues, el espaldarazo de la Revista de Occidente. Y lo ha merecido, ante todo, por la alta calidad intrínseca de su talento, por rango psicológico, independientemente de las manifestaciones pictóricas en que sus facultades se exteriorizan, pues con ser esas manifestaciones valiosas y admirables, lo que de veras importa en ella, como en cualquier otro artista moderno, es la pura genialidad. Y Maruja Mallo primero tiene talento, y después pinta.”



Muy pronto Maruja Mallo empieza a frecuentar la Residencia de Estudiantes, un hervidero de cultura que sirvió de punto de encuentro de artistas y escritores y que desembocó en la Edad de Plata y en la Generación del 27. En este lugar Maruja trabó amistad con Buñuel, Lorca, Dalí y con un poeta granadino, Rafael Alberti, que se convertiría poco después en su compañero sentimental. De la relación pasional y turbulenta que mantuvieron entre 1925 y 1930 poco se sabe porque ambos guardaron en secreto esta relación que tuvo una enorme repercusión no solo en sus vidas, sino también en su obra. De su intensa colaboración quedarían los decorados del drama “Santa Casilda”, testimonios en algún libro y desde luego en los cuadros de la pintora ya que dicen que Alberti ponía en palabras lo que Maruja expresaba con el pincel. Después de una dolorosa ruptura sentimental Maruja Mallo no volvió a hablar del poeta, guardándolo en su memoria como si fuera el único gran amor de su vida. Sin embargo Rafael Alberti rompió el pacto de silencio solo cuando murió su esposa, María Teresa León, con un bellísimo texto dedicado a la pintora titulado: “De las hojas que faltan”.


“Porque aquella muchacha pintora era extraordinaria, bella en su estatura, aguda y con cara de pájaro, tajante y llena de irónico humor… Se sumergía en las verbenas y fiestas populares, se remontaba al aire en los columpios…Yo la admiraba mucho y la quería. Primavera siempre con media peseta en los bolsillos. Y las penumbras de los cines, con la polka y el vals en el piano acompañante de aquellos mudos, geniales asombros de Charles Chaplin, Buster Keaton...Se amaba igual la oscuridad de las salas cinematográficas que la de los bancos bajo la sombra nocturna de los árboles. La pintora se llamaba Maruja Mallo, era gallega, y creo que recién salida de la Academia de Bellas Artes.” Rafael Alberti.

En 1927 hace su aparición “La Gaceta literaria” en la que Maruja Mallo publica en dos secciones. Surge la “Escuela de Vallecas” creada con el objetivo de conseguir una renovación artística y poner en pie el arte nacional, corriente a la que Maruja Mallo se adhiere inmediatamente. Y, de forma casi inesperada, llega el reconocimiento: desde su primera exposición los críticos aplauden la meticulosidad de su técnica, su rigor intelectual y su perfecto conocimiento de la geometría. A lo largo de estos años Maruja aborda temas recurrentes como “La ciclista”, “La mujer de la cabra”, “Estampas de máquinas y maniquíes, “Las verbenas”…

En 1931 marcha a París a estudiar escenografía y perfeccionar la técnica de diseños teatrales. Allí traba amistad con Picasso, Magritte… y es reconocida públicamente por personas tan relevantes como Jean Cassou, director del Museo de Arte Moderno. Al volver a España Maruja Mallo es una mujer nueva, segura de si misma, con mil proyectos en el bolsillo y dispuesta a todo. Había superado el dolor por su ruptura sentimental con Alberti y todo parecía sonreírle. Era pues el momento de volver a enamorarse y, siguiendo lo que ya parecía una costumbre, lo hizo de otro gran poeta: Miguel Hernández. Hubo testigos de excepción de los amores entre el poeta de Orihuela y la pintora , como podemos leer en el libro de Camilo José Cela “Memorias, entendimientos y voluntades”:

Según  el Nobel Camilo José Cela:

“Miguel Hernández y Maruja Mallo tenían amores e iban a meterse mano y a hacer lo que podían debajo del puente, pero los poetas los breábamos con boñigas de vaca y entonces ellos tenían que irse a la otra orilla a terminar de amarse en la dehesa que allí había ya que, a lo que parece, los toros bravos eran más acogedores y menos agresivos que los poetas líricos.”

De estos amores solo queda una dedicatoria enigmática en el libro de Miguel Hernández “El rayo que no cesa”: “ A ti sola, en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si fuera tuya”. Esta vez fue Maruja Mallo quien abandonó al poeta y,  la guerra civil,  el suceso que acabó por separarles del todo.

Maruja se exilió, como tantos otros, y fijó su residencia en Buenos Aires donde pasó veinticinco años. Siguió pintando y exponiendo aunque lejos de todo lo suyo y con una nostalgia que fue minando su productividad. Solo en 1964 logra volver a España pero ya no encuentra lo que busca. Sus amigos de la fabulosa época de la Residencia de Estudiantes han muerto o siguen viviendo en el destierro. Tampoco la concesión de la Medalla de Oro de Bellas Artes en el año 1967 consigue el milagro de hacer que se reconcilie con el mundo.

Como describió María Zambrano:”Maruja no volvió quejicona y rencorosa, sino sólo con una razonable dosis de mala leche”. Hasta 1979 no se le presenta la ocasión de una muestra antológica: “Moradores del vacío”, que rinde el merecido tributo a esta singular pintora.
Maruja Mallo muere el 6 de Febrero de 1995 en la residencia de ancianos Menéndez Pidal de Madrid. Sus cenizas se trasladaron a Viveiro para ser esparcidas por la bahía de La Mariña lucense.
Queda el recuerdo de alguien que cometió un error imperdonable en los años que le tocó vivir, el de ser libre y mujer al tiempo. Queda el recuerdo emocionado de lo más feliz de nuestra vanguardia, de lo más brillante de nuestra modernidad, aquello de nuestro pasado con lo que nos hubiera gustado quedarnos.

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